Los chicos de tercer año A y B del instituto escribieron sus
biografías como lectores. Durante varios días, en la escuela y en casa,
escribieron y reescribieron sus relatos tratando de encontrar en algún lugar de
la memoria la voz de un abuelo, una mamá, un
maestro o un hermano contador de
historias. Así, salieron adormecidos los nombres de los cuentos y las novelas
que poblaron su infancia. Todos tuvieron
una historia para compartir, algunos quisieron “decirlas” otros, las muestran
por escrito.
1) Catalina Vieti, de Tercer año A, nos comparte su hermosa
experiencia como lectora.
2) Catalina Spizzamiglio,
de Tercero “A” también nos
cuenta, por escrito, su vida rodeada de interesantes historias.
La historia, de mis historias.
Cuando era
pequeña, decía que si había algo que quería hacer cuando fuera grande, era
escribir. Me encantaba la idea de dar vida a personajes de mi propia creación,
e inventar cuentos sobre ellos. Esto despertó en mí, un gran interés por la
literatura. Cada libro que me leían o que leía por mi propia cuenta, me
transportaba a un mundo, nuevo hasta el momento, para mí, y eso mismo me
motivaba a leer más y más.
Uno de los
primeros libros que leí, y hasta donde yo recuerdo, de mis favoritos, fue
“Manuelita: ¿a dónde vas?” de María Elena Walsh.
Manuelita,
la tortuga, viajaba por todo el mundo. Desde la Selva Amazónica, lugar en el
que se encontró con Relámpago de la Corriente, un yacaré-colectivo; hasta
Madrid, con su visita al Museo del Prado, en donde conoció a La Infanta, que se
había escapado de un cuadro porque estaba aburrida de quedarse siempre quieta,
y por si fuera poco, creía que Manuelita era una rana. ¡Cómo me divertía
imaginando aquellas aventuras!
Dejé atrás aquellos libros infantiles al leer
“La Pequeña Salvaje” y “La Metamorfosis de Tish” por Juana Spyri, ambas
historias de un libro que mi mamá había leído a sus 12 años.
Cuando me lo obsequió, no
llamaba mucho mi atención. Tardé casi un mes en decidirme a leerlo, y cuando
comencé, no pude despegarme de él. Incluso temía que se terminaran las páginas
y ya no hubiese más para leer.
Algo similar me
sucedió con “El Diario de Ana Frank”. No estaba muy entusiasmada en un
comienzo, pero luego de acabarlo, me inspiró tanto que lo leí dos veces y
volvería a hacerlo. Fue
fácil identificarme con Ana, ya que tenía mi edad cuando escribió en su diario.
Al compartir sentimientos con ella y conocer la situación en la que estaba
viviendo, me ayudó a cambiar varios puntos de vista sobre mi vida, y al mismo
tiempo, aumentó mi interés por los libros de guerra. Fue entonces cuando leí
“El Niño con el Pijama de Rayas” de John Boyne y “La Habitación de Arriba” por
Johanna Reiss; dos apasionantes historias que me demostraron una realidad
diferente.
Aunque las
historias de guerra sean de mis favoritas, las novelas, y sobretodo las
románticas, me enloquecieron siempre. La que más me marcó, hasta el momento,
fue “La Última Canción” del escritor Nicholas Sparks, que trata sobre una
adolescente que descubre el valor del amor por la música, la familia y el
primer amor por un chico, en medio de los momentos más difíciles de su vida. Me
costó terminar de leerlo. Es una historia profunda, y la hice tan mía que
incluso, por momentos, logró robarme algunas lágrimas.
Estos libros no
han sido los únicos que han pasado por mis manos, ni serán, tampoco, los
últimos. Porque cuando alguien entra en el mágico mundo de la literatura,
difícil es, que no regrese a él.
Felicitaciones a la profe Fabiana por esta iniciativa....y a las chicas que se han animado a contar sus experiencias...Un beso enorme!!!
ResponderEliminarQué lindo poder ver en el blog nuestros trabajos! Ojala podamos seguir adelante con este proyecto, y así poder mostrarle a quienes están interesados lo que hacemos en clase.
ResponderEliminarMe encantaron las experiencias! Las admiro por la forma de expresarse que tienen las dos, ya sea hablando o escribiendo.
ResponderEliminarmuy muy bueno me encanta
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